Los “salmones zombie” que pretenden llegar a Tierra del Fuego
Mientras el gobierno analiza la idea, un extenso informe del Foro para la Conservación del Mar Patagónico revela las consecuencias ambientales de introducir una especie exótica,
que en Chile -segundo productor mundial de salmón- utiliza 36.000% más de antibióticos de los usados por la industria Noruega y que genera escapes masivos de hasta un millón de peces.
Ante las propuestas que el gobierno nacional está evaluando para introducir la industria de cultivo de salmones en los mares de Tierra del Fuego, Greenpeace consideró la iniciativa como un error descomunal. La organización lleva adelante una intensa campaña para frenar la salmonicultura intensiva en los mares patagónicos chilenos, lo que está afectando gravemente los ecosistemas marinos de la zona.
“Efectivamente el ejemplo de la salmonicultura en Chile debe servir para ilustrar el impacto ambiental, sanitario, social y económico de una actividad esencialmente contraria a la sustentabilidad. Argentina está a tiempo de evaluar lo nefasto que sería esta industria para el desarrollo sostenible de la Patagonia”, señala Estefanía González, coordinadora de la campaña océanos de Greenpeace Andino.
El Foro para la Conservación del Mar Patagónico calificó la idea de introducir salmonicultura en la Patagonia como “un error histórico que lamentaremos para siempre” y dio a conocer un estudio que encendió la alerta respecto de las graves consecuencias ambientales que implicaría el inicio de estas actividades en las aguas patagónicas argentinas.
El Foro expuso la realidad salmonera chilena, el segundo productor mundial de salmones después de Noruega, que lleva tres décadas de explotación. En 2017, Chile produjo 791.000 toneladas de salmones, en sus centros repartidos en una amplia zona del sur del país. Algunos de ellos, se encuentran dentro de reservas nacionales pertenecientes al Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas y otros en zonas que han pertenecido desde tiempos ancestrales a pueblos indígenas.
Como parte de la investigación, se identificaron varios problemas ambientales asociados a la explotación de salmones. La fuga de salmones es uno de ellos. En Chile, por ejemplo, se han registrado fugas de un millón de peces y con recapturas que, en general, no supera el 2%. A esto se suman la acumulación de residuos sólidos y líquidos en el fondo marino, derivada de los alimentos no consumidos, heces y mortalidad de las especies marinas; y los desechos industriales que las empresas abandonan.
De acuerdo con el informe, la amenaza salmonera en Argentina está relacionada con la iniciativa “Innovación Acuicultura Argentina–INNOVACUA”, gestionada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, que cuenta con la colaboración técnica del gobierno fueguino para instalar una granja integrada para el cultivo de diversas especies marinas. A su vez, Argentina ha firmado recientemente un convenio con Noruega para llevar adelante el “Proyecto de Acuicultura Nacional” para evaluar la factibilidad del desarrollo de acuicultura basada en salmones en Tierra del Fuego.
El informe concluyó en que la salmonicultura en la Argentina, por ser una actividad basada en especies exóticas, causaría graves impactos ambientales, sanitarios, sociales y económicos, y no cumpliría con las condiciones esenciales de sustentabilidad que requieren las iniciativas actuales de desarrollo.
El Dr. Claudio Campagna, presidente del Foro para la Conservación del Mar Patagónico, sostuvo: “En base a la abundante información científica y técnica disponible, el cultivo de especies introducidas en un ecosistema tan rico y frágil como el mar patagónico representaría un error histórico que lamentaremos para siempre. Las graves implicancias ambientales de la salmonicultura, sobre todo en ecosistemas donde estas especies no son nativas, están totalmente comprobadas y son irreversibles”.
Prensa
Aurora Lugo.
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