Cañuelas – Detrás de la muerte del Delincuente armado.
Cañuelas 12:10 hs. 03/02/2025 – Cuando buscamos información de las redes Sociales, donde “la Policía de Cañuelas” entrega información a un grupo policial de Derecha de la Policía de la ciudad de buenos aires, para que se llenen los espacios con ideología sesgada, en contra de las políticas de seguridad de la Región, más allá que es información pública, que todos los medios locales de información debemos tener, cuando sucede un hecho Policial en el Partido de Cañuelas.
Encontramos las dos campanas de la información y como “Cañuelas Noticias” nos interesa lo publicamos. Cañuelas Noticias
Dolor en *Altos de Tristán Suárez* no pudo con Kevin
Cañuelas, 4 de febrero de 2025 – La noche del sábado pasado, en un rincón oscuro y desolado de la calle Rojas, en Cañuelas, se escribió un capítulo más de una historia que duele, que divide y que cuestiona. Kevin Martín Mancilla, un joven de 19 años, perdió la vida tras recibir un disparo en el pecho durante un intento de robo. Su muerte no solo dejó un cuerpo sin vida en el pavimento, sino que abrió heridas profundas en una sociedad que lucha entre el miedo, la indignación y la compasión.
Kevin no era un nombre más en las estadísticas de la delincuencia. Era un joven que creció en Tristán Suárez, en un barrio donde las oportunidades escasean y las calles suelen ser el refugio de quienes no encuentran otro camino. Jugaba al fútbol en el club Altos de Tristán Suárez, en la categoría 2005. Allí, entre pases y goles, intentaron alejarlo de la calle, de las malas juntas, de ese mundo que termina devorando sueños. Pero no lo lograron. Kevin, armado con un revólver, intentó robar a un expolicía retirado, Gabriel Alejandro Carletti, y terminó muerto tras un enfrentamiento que duró segundos, pero cuyas consecuencias resonarán por años.
La defensa de un expolicía y el dolor de una familia
Gabriel Carletti, de 55 años, circulaba en su motocicleta junto a su pareja, Lidia Noemí Lizarazu, cuando fue interceptado por dos motos con cuatro jóvenes. Uno de ellos lo golpeó, lo derribó y, en un acto de desesperación, apuntó con un arma a Lidia. Carletti, entrenado y armado, no dudó. Disparó dos veces. Kevin corrió unos 30 metros antes de caer. El SAME lo declaró muerto en el acto.
Carletti, hoy, es visto por muchos como un héroe. Un hombre que defendió su vida y la de su pareja en una situación extrema. Pero detrás de su acción hay otra historia, la de Kevin, un joven que, en lugar de estar en una cancha de fútbol, terminó en un lugar oscuro, intentando robar para sobrevivir.
El club que lo intentó salvar
El club Altos de Tristán Suárez hoy llora. No solo por la muerte de Kevin, sino por la sensación de haber fallado. “Intentamos sacarlo de la calle, darle una oportunidad, pero no pudimos”, dice uno de los dirigentes del club, con la voz quebrada.
El fútbol, para muchos jóvenes como Kevin, es una tabla de salvación. Un espacio donde aprender valores, donde crecer lejos de la delincuencia. Pero no siempre es suficiente.
La familia de Kevin no tiene dinero para su velatorio. Su hermano acudió al club pidiendo ayuda. Entre el dolor y el Pesar “No queremos que lo entierren como un desconocido”, dijo entre lágrimas. El club, con el corazón roto, está organizando una colecta. Pero el dolor va más allá del dinero. Es la sensación de que, como sociedad, estamos perdiendo la batalla.
Una sociedad dividida
En las redes sociales, los comentarios son crudos. “Una lacra menos”, escriben algunos. Otros, en cambio, piden reflexión. “Era un chico, un pibe que se perdió en el camino”, dicen. La verdad es que Kevin no nació queriendo ser delincuente. Creció en un contexto donde la pobreza y la falta de oportunidades lo empujaron hacia un abismo del que no pudo salir.
Pero también es cierto que, en ese momento, apuntó con un arma a una mujer indefensa. Y que Carletti, al defenderse, actuó movido por el instinto de supervivencia. Dos caras de una misma moneda, dos historias que chocaron en una noche oscura, en un lugar que parece sacado de una pesadilla.
En una sociedad de consumo, donde el tener parece ser más importante que el ser, historias como la de Kevin nos interpelan. ¿Dónde está la compasión, la solidaridad, la justicia? Kevin no es un santo, pero tampoco es un monstruo. Es el resultado de un sistema que falla, de una sociedad que no supo, o no pudo, darle una oportunidad.
El club Altos de Tristán Suárez seguirá trabajando, intentando salvar a otros jóvenes como Kevin. Pero no pueden hacerlo solos. Necesitamos, como sociedad, mirarnos al espejo y preguntarnos qué estamos haciendo mal. Porque mientras sigamos viendo a los Kevin como “lacras”, seguiremos perdiendo batallas. Y, lo peor de todo, seguiremos perdiendo vidas.
Hoy, Kevin descansa. Pero su historia debe servir para algo más que llenar titulares. Debe servir para que, entre todos, construyamos un futuro donde ningún joven tenga que elegir entre un balón y un arma. Donde la oscuridad de la calle Rojas no sea el último recuerdo de una vida truncada.
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